Grandes aventureras de la historia
¿Qué sería de este día sin un poquito de inspiración? Me gusta mirar atrás y sentir la valentía de muchas mujeres que me precedieron, en circunstancias -algunas- inimaginables, y llenarme de ganas para seguir poniendo mis ideas en acción, rompiendo ideas sexistas preconcebidas, armándome de valor para continuar nuevos viajes, planear nuevas aventuras, alcanzar los grandes proyectos. Deseo conceder este pequeño espacio a grandes aventureras de la historia, mujeres que han marcado el viaje y la aventura, desde los principios de los tiempos hasta hoy. Empezamos. Amelia Earhart Amelia Earhart, aventurera nacida en Kansas, EEUU, en julio de 1897, fue escritora, defensora de los derechos de igualdad, y pionera en la aviación. Fue la primera mujer que voló como pasajera femenina cruzando el Atlántico, para cuatro años más tarde convertirse en la primera mujer que voló en solitario cruzando el Atlántico en 1932. Amelia escribió libros sobre sus experiencias en vuelo (best-sellers, además), promocionó los vuelos comerciales, y fue alguien fundamental en la creación de una organización para pilotos femeninas llamada The Ninety-Nines. En 1937, junto a Fred Noonan, tuvo el objetivo de convertirse en la primera mujer que diera la vuelta al mundo en avión. Tras una parada en Nueva Guinea, emprendieron vuelo para terminar su reto y, tristemente, con mal tiempo, pérdida de combustible, y fallos de la transmisión por radio, su avión desapareció en algún lugar del Pacífico cerca de las islas Howland y Baker -las primeras en ver la luz del nuevo año-. Amelia desapareció semanas antes de su cuarenta cumpleaños. Se declaró fallecida más de un año después, aunque aún tantos años más tarde, este extraño evento sigue siendo investigado y considerado de interés público. Egeria Como soy un tanto curiosa, quiero verlo todo Colección de sellos españoles dedicados a Egeria Hoy conocida como la primera gran viajera y peregrina de la que se conoce, y la primera en dejar un documento escrito de su aventura, Egeria -Eteria o Etheria-, viajó de Europa a la Tierra Santa, usando la Biblia como guía para su aventura de miles de kilómetros. Esta viajera y escritora del siglo cuarto, de origen hispanorromano, ha sido considerada por muchos como uno de los primeros antecedentes de la literatura de viajes. De escritura fresca, sencilla y cercana, al estilo de cartas, revela una sensibilidad cultural que trasciende al tiempo, preocupándose en cada parada por conocer tradiciones y costumbres locales. Su manuscrito, Itinerarium ad Loca Sancta, redactado en latín vulgar (así llamado el latín hablado en la época), describe con detalle los lugares visitados, su modo de viajar, la red de vías utilizadas, los paisajes, e incluso el tipo de hospedaje que usaba: casas de postas, mansio, o siendo acogida por la hospitalidad de monasterios. Su viaje consta haber ocurrido entre los años 381 y 384, partiendo aproximadamente de la actual Francia, pasando por el norte de Italia, cruzando el Adriático en barco para llegar a Constantinopla. Culta y de clase alta, se cree que existía la posibilidad de que contara con algún salvaconducto, pasaporte o documento oficial que le facilitaba el cruce de fronteras, y le permitiera recurrir a protección militar en territorios especialmente peligrosos. Recorrió Turquía, Palestina, Israel, Egipto, Jordania y Siria, visitando lugares conocidos como Jerusalén, Jericó, Nazaret, Alejandría, el Mar Rojo, Antioquía, o el Sinaí. Fue del Monte Sinaí que escribió el sábado 16 de diciembre del año 383: y llegamos hasta algunos eremitorios donde los monjes que allí moraban nos acogieron de manera muy cordial, ofreciéndonos toda su hospitalidad (…) Pernoctamos allí, y al despuntar la mañana del domingo, comenzamos a escalar, una tras otra, las sucesivas cimas, acompañados por el propio sacerdote y los monjes que allí habitaban. Estas cimas sólo se pueden conquistar a costa de ingentes esfuerzos, ya que no puedes ascender poco a poco y dando rodeos, en línea de caracol, como suele decirse Colección de sellos españoles dedicados a Egeria Elizabeth Jane Cochran Nacida en Pensilvania, EEUU, en 1864, y con catorce hermanos, respondía al apodo Pinky, por vestir mucho el color rosado. Tras abandonar la universidad pasado un semestre por culpa de la escasez de dinero, tuvo la iniciativa de escribir una carta al periódico de Pittsburgh Dispatch bajo el nombre de «solitaria huérfana», refiriendo a una columna sexista del mismo. Tras ser empleada, el editor le otorgó el pseudónimo Nellie Bly, por la canción de Stephen Foster, y trabajó como reportera y escritora, hasta que decidió trasladarse a Nueva York, donde trabajó para Pulitzer, en el periódico New York World. Su primer trabajo fue la escritura de un artículo sobre un asilo psiquiátrico para mujeres en la isla de Blackwell. Para escribirlo, practicó sus dotes interpretativas y pretendió tener miedo y amnesia mientras se alojaba en una pensión, lo que hizo que la dieran por loca y la ingresaran en tal asilo psiquiátrico. Desde dentro, se expuso a las condiciones reales y abusos que sufrían los pacientes, y relató su experiencia en un reportaje titulado Diez días en un manicomio, obra en la que denunció el trato por parte de la administración, y empujó a que se abriera una investigación oficial, y se tomaran medidas drásticas de cambio. Se convirtió entonces en pionera del periodismo encubierto, así como en ser la primera reportera de periodismo de investigación. Su estilo, sus artículos, su visión feminista del mundo, la llevaron a querer embarcarse en aventuras y proyectos que normalmente estaban reservados a los hombres, y presentó una propuesta al periódico para el que trabajaba, para llevar a cabo La vuelta al mundo en ochenta días que había escrito Julio Verne. La primera respuesta fue una negativa, por ser mujer y necesitar demasiado equipaje. Al ella responder que de ser así, llevaría a cabo su propuesta con otro periódico, entonces decidieron apoyarla. Con un vestido, un abrigo, algunas mudas y artículos de necesidad básica, emprendió su viaje de unos cuarenta mil kilómetros, y casi todo el tiempo sola, lo que sirvió de inspiración a muchas mujeres de ayer y hoy. Una de sus paradas fue